La Piojera
forma parte del anecdotario que mi viejo desempolvaba cada domingo en la
sobremesa. La imagen de los estudiantes, con el sándwich de mortadela o con el
termo y el mate sacándose las chancletas y estirando sus pies sobre la butaca
delantera para verse dos películas al hilo, me parecía la de alguien que se
siente como en su casa, como si el Teatro Colón les perteneciera. La Piojera
era y es aún, a pesar de los años y el abandono, patrimonio de los vecinos de
Alberdi, que digo de Alberdi, patrimonio de los Cordobeses.

El Cine Moderno funciona desde 1929 y bajó su telón por
última vez en el año 2002. En 1997 su fachada fue declarada Patrimonio
arquitectónico y urbanístico de la ciudad y diez años más tarde nos
ilusionábamos con la ordenanza 11.298 que declaraba al Cine Teatro Colón de
utilidad pública, sujeto a expropiación total y establecía que ese lugar sería
“destinado al desarrollo de actividades sociales, artísticas y culturales”.
Pero esa ordenanza fue derogada dos años más tarde con la excusa de abrir un
proceso de conversación con los dueños para preservar y refuncionalizar el
lugar. A pesar de su importancia cultural e histórica, hoy la piojera tras varios
años de abandono, esta siendo transformada en un templo evangélico. Nada se
hizo desde la actual gestión municipal para evitar este desenlace, cuando el
propio Mestre en campaña les habría prometido a los vecinos de Alberdi que La
Piojera no se vendía. Este intendente y su ya famoso secretario de Cultura
Francisco Marchiaro se cansan de decir que la cultura es política fundamental
de esta gestión y sin embargo no hay respuesta para los vecinos de Alberdi que no
tienen un centro cultural, lo reclaman, y con toda razón quieren que se en el
viejo Teatro Colón.

No se controla a los desarrollistas, que tienen la costumbre
de demoler y luego pedir autorización y a lo sumo pagar alguna multa irrisoria.
Casi no se legisla ni se promueven políticas públicas vinculadas a la
recuperación y puesta en valor del patrimonio cultural de Córdoba, y cuando se
legisla no se cumple. Es el caso de la ordenanza 11.889 aprobada en 2010 según
la cual se establece una mesa de concertación con participación de vecinos y
desarrollistas para velar por el
cumplimiento de las ordenanzas que regulan el patrimonio arquitectónico y
urbanístico de la ciudad y los índices de ocupación del suelo en B° Alberdi. La
mesa debe controlar las intervenciones en inmuebles protegidos y garantizar la
conservación de edificaciones de valor histórico. Me pregunto que espera
el Intendente Ramón Mestre tan apegado al orden y al cumplimiento de las
ordenanzas vigentes para convocar esta mesa de concertación. Esta gestión
municipal ya ha dado sobradas muestras de complicidad con los desarrollistas
urbanos, como la actual ordenanza de convenios urbanísticos que habilita a los
emprendimientos inmobiliarios a "comprar",
en efectivo o con "obras" excepciones a la regulación. Efectivo que
además puede ir a rentas generales para que se le de cualquier uso.

Hace unos días Ramón Mestre
anunció la conformación de un foro a 30 años de la recuperación de la
democracia para discutir, analizar y sensibilizar a la ciudadanía sobre la
importancia de la misma. El mejor tributo que puede hacerle a la democracia
señor intendente es el de escuchar a los vecinos, abrirles el juego y darles
lugar a que participen, discuten y decidan qué desarrollo queremos, para quién
y a costa de qué.
Vídeo de la Fotogalería Club Atlético Belgrano
Muy buena nota
ResponderEliminarGracias Tucutux!
ResponderEliminarCompañera, active sus publicaciones, dejenos mucho por leer... Saludos!
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